Con la omnipresencia de la muerte a su alrededor, Julius Fucík escribe una crónica desgarradora, por momentos desoladora, pero no ausente de humor y esperanza. Estos escritos son una muestra de lo mejor del espíritu del ser humano y su voluntad de lucha, que se reviste de dignidad incluso en la peor de las condiciones.?De seguro ya no tendré ocasión de escribir. He aquí pues mi último testimonio. Un pedazo de historia, del que soy, sin duda, el último testigo vivo?
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